Obituario: D. J.L. Fernández Navarro «El Orgullo de ser veterinario»

En nuestra lucha diaria por eliminar realidades desconocidas que acompañan a nuestra vida, conseguimos olvidar siempre las certezas más incuestionables y hacemos como si no existieran, es el caso de la muerte.
En la cultura antigua o en las sociedades rurales, la muerte era considerada como algo natural. Los ancianos morían en casa rodeados de sus familiares y hasta los niños sentían la muerte como algo inherente al proceso de la vida. Sin embargo, a medida que la sociedad ha ido evolucionando, la muerte se ha convertido en un tabú que se intenta enmascarar lo más posible.
Resulta asombrosa nuestra capacidad para olvidar y de dar la espalda a algo tan propio de la condición humana, ya que muerte y vida son las dos caras de una misma moneda pues, a pesar de todo, nos coge siempre desprevenidos, como un enemigo que nos estuviera acechando.
Así recibí la noticia de la muerte de José Luis Fernández Navarro hace unos días, y, aunque sabía que el final estaba cerca. Siempre te coge por sorpresa.
Quizás, la pena y el dolor me hicieron recordar por unos momentos todas las experiencias vividas desde el mismo día que me colegié hace ya 32 años, y así reconstruir la historia de un ser humano excepcional que guardaremos en nuestra memoria para el resto de nuestra vida.
José Luis enarboló la bandera de la veterinaria malagueña que defendió contra viento y marea en todos los ámbitos, vivió la profesión intensamente desde todos los ángulos posibles, como veterinario titular, responsable de fábrica de piensos, veterinario de sanidad o concejal de Sanidad del Ayuntamiento de Málaga.
Fue presidente del colegio de veterinarios de Málaga durante más de 20 años y vicepresidente de la Real Academia de Ciencias de Andalucía Oriental.
Luchó valientemente contra la enfermedad de Alzheimer; al final, no recordaba a nada y a nadie, ni siquiera cómo seguir viviendo, sólo recordaba que él era veterinario y así se lo repetía una y otra vez.
La enfermedad le había quitado todo, pero lo que nunca le pudo quitar la muerte fue… “el orgullo de ser veterinario”.
Querido José Luis, la gente como tú nunca se va del todo, porque tu ejemplo de valentía, dignidad, honestidad y compromiso con tu profesión permanecerá en el corazón de todos y cada uno de los que tuvimos el privilegio de conocerte, recordando la huella imborrable que dejaste marcada para siempre en tu paso por la vida.
Adiós amigo…. hasta siempre veterinario.
ANTONIO MORENO BOISO, VETERINARIO